"Antes había dictadores, ahora hay tiranos privados"
ANAIS GINORI. la Repúbblica. Especial para Clarín.
"Qué pena no estar ahí", confiesa con sincera
tristeza. Noam Chomsky, nacido en Filadelfia hace 73 años, tiene todavía la
pasión de un muchachito. Desde su estudio en Massachusetts (Estados Unidos),
sigue los preparativos de la manifestación contra la reunión de los países más
industrializados (G8) de Génova (del 20 al 22 de este mes), lee todas las
actualizaciones por Internet y responde a algunos grupos antagonistas que lo
consultan. "Hay demasiado empeño académico. Es una pena de verdad. En Génova
se prepara una batalla histórica". El no estará, pero sus ideas sí. Uno
de sus últimos libros, "La sociedad global", es la Biblia del
pueblo de Seattle. Chomsky trazó allí una ecuación que los jóvenes citan
ahora de memoria: "Aumenta la circulación de los capitales y disminuye
la de los derechos humanos".
Chomsky siempre fue un contestatario radical. Desde hace treinta años enseña
semiología en el Massachusetts Institute of Technology (más conocido como
MIT). Pero es más famoso por su empeño político y es un militante anárquicosocialista
que teorizó sobre la "gramática de la revolución". Comenzó en la
época de Vietnam, hoy diserta contra la industria de la pena de muerte, la
hipocresía de la guerra humanitaria y la fábula de la "nueva economía".
—¿Quiénes son los nuevos rebeldes que asedian Génova?
—No son nuevos, son viejos, son los de siempre. Representan a la mayoría de
la población y son un componente histórico de cualquier sociedad. La protesta
popular se hace sentir toda vez que se atraviesa un pesado período de opresión
social, como el registrado desde los años 70. Los considero rebeldes en la
acepción escrita por Tom Paine hace doscientos años: "personas que
recuperan derechos naturales que hacen a los intereses de la humanidad".
—Contra el G8 van a desfilar sacerdotes, anarquistas y sindicalistas. ¿Cuáles
son los verdaderos intereses comunes?
—Detener el modelo dominante, que es el del neoliberalismo. La liberalización
de las finanzas está creando un modelo en el Tercer Mundo, con una política
fijada por los estados y las multinacionales, con sectores riquísimos, una gran
masa de miseria y una población privada de todos los derechos por no contribuir
a la producción de utilidades, único valor humano que se reconoce en estos
momentos.
—¿Está naciendo luego de lo de Seattle un nuevo pensamiento no alineado?
—Durante la Guerra Fría, la contestación era más fácil. Cuando el mundo es
gobernado por dos gángsters, uno más fuerte que el otro, existe cierto espacio
para el no alineamiento. Pero cuando sólo queda uno, el más fuerte, ese margen
desaparece.
—En la agenda del G8 están previstas muchas acciones para ayudar a los países
pobres
—En lugar de al G8 sería necesario reunir al G77, la cumbre de los países
pobres que agrupa hoy a 133 naciones y representa a cerca del 80% de la población
mundial. El G77 se reunió en abril de 2000 y fue un importante hecho ignorado
por completo.
—Los que van a manifestar en Génova dicen no reconocer la legitimidad de
Bush, Putin, Berlusconi y los otros líderes. Sin embargo, son jefes de Estado
elegidos democráticamente.
—Los gobernantes deben tener en cuenta a dos tipos de electores: los
ciudadanos que votan y el "Senado virtual", compuesto por las
multinacionales. El Senado virtual es un grupo limitado de inversores, capaces
de gobernar a las naciones a través de los flujos de capitales, la oscilación
de la Bolsa y la regulación de la tasa de interés. EE.UU. y los gobiernos más
poderosos son títeres manipulados por estos senadores enmascarados. Antes eran
los dictadores, ahora son tiranos privados. Causan los mismos daños pero no
tienen responsabilidad pública.
—¿Los jóvenes de Seattle son unos soñadores?
—El movimiento nació hace algunos años, pero las protestas son difíciles de
ignorar cuando llegan a una gran ciudad estadounidense como Seattle o al corazón
de Europa, Génova, cuando los jóvenes ricos predican una nueva solidaridad con
los países pobres y cuando esta protesta reúne a categorías sociales
contrapuestas en otra época, como los ecologistas con los sindicalistas.
Mientras la gente prefiera hablar de un partido de fútbol antes que de los huérfanos
que deja el Sida seguiré teniendo mis dudas.